El cine nos dice algo de nosotros mismos

Varias noches, cuando mis hijos se ha dormido, me siento a ver alguna de las películas que he alquilado, o que por casualidad ofrecen en el cable. Algunas noches Norma, mi esposa, me acompaña. Pero la tele le arrulla, así que la mayoría de las veces termino viendo sólo la película.
No soy un crítico de cine, ni he llevado cursos especiales. Soy sólo una persona que cree que el cine, como los libros, nos puede conectar con vidas que no hemos vivido, con la grandeza y la simplicidad de la vida humana.

En estas páginas encontrarán comentarios a algunas de esas películas. No hay orden ni concierto ni soy de los que están atentos a las últimas novedades. Son comentarios que buscan invitarlos a vivir su propia experiencia.

"Les invasions barbares" de Denys Arcand (2003)

No todos tendremos la ocasión de enfrentarnos así a la muerte, y tener la oportunidad de tener a los amigos acompañándonos en este última jormada. La esposa separada, el hijo que viene de Londres, amigos y antiguas amantes se reunen junto a su lecho, y luego en la casa frente al lago para conversar con él, despedirse, y sobre todo, reconocer con él que la vida es breve, que la felicidad está construida de pequeños pero intensos instantes. Incluso la hija que está distante, en medio de un viaje en el Pacífico, le manda su mensaje, señalando lo que ya sabemos: que a pesar de las fallas que tengamos como padres, de todas nuestras imperfecciones y fracasos, no hay vínculo tan hondo y herencia más grande, que la que dejamos en nuestros hijos e hijas, con nuestros sueños y nuestras complicidades.

"Ni uno menos (Yi ge dou bu neng shou)" de Zhang Yimou (1993)

El escenario es una escuela rural de China, una escuela unidocente con las precariedades que son comunes a las escuelas rurales en cualquier parte del mundo. Minzhi Wei es la maestra sustituta (una adolescente de 13 años) que hace lo que puede, copiar la lección de cada día, aunque nadie entienda. Sólo cuando trata, con sus estudiantes, de resolver un problema concreto (¿cómo conseguir el dinero para ir a la ciudad y buscar al niño que dejó la escuela para ir a trabajar?) las clases se vuelven pertinentes y los niños aprenden matemáticas y trabajan colaborativamente. La historia termina bien, con una puerta a la esperanza, pero nos seguirá resonando todo lo que falta en el mundo para que la educación sea realmente un derecho para todos, para que no haya ningún niño que tenga que dejar la escuela, y sobre todo que se avance en los esfuerzos por construir una educación de calidad, inclusiva, pertinente, en que se escriban las vidas de todos los niños y niñas con colores, como en la escena final.

"Train de vie" de Radu Mihaileanu (1998)

Del mismo estilo de "La vita e bella" de Begnini, esta película presenta los horrores de la guerra desde una perspectiva de esperanza. Una aldea de judíos se adelanta a la llegada de los nazis organizando una huida hacia Rusia y hacia Palestina, la tierra prometida, en un tren fingiendo que es un tren de deportación hacia los campos de concentración. La visión terrorífica de los trenes llenos de personas camino a la muerte se transforma... es un viaje a la incertidumbre, pero es al mismo tiempo un viaje hacia la esperanza.

"L'ultimo bacio" de Gabrielle Muccino (2001)

¿Miedo al compromiso? ¿La última cana al aire antes de que su pareja tenga a su hija? ¿La fascinación ante una mujer casi adolescente que aparece inesperadamente? No lo sé... esta película presenta las sutilezas de la relación, los encantos del flirt, y el dilema entre ser completamente honesto o decir parte de la verdad. ¿No son las relaciones siempre complicadas?

"Last Orders" de Fred Schepisi (2001)

Un grupo de viejos amigos se reúnen para ir a llevar las cenizas de su amigo Jack Doods (Michael Caine) en un viaje que está lleno de memorias, remordimientos, descubrimientos… ¿Por qué la muerte puede convocar y crear? Siempre estamos de viaje, cargados con nuestra historia y enlazándonos con las de otros. Me recordó el clásico de Ettore Ecola, "Nos habíamos amado tanto", y como las antiguas amistades están siempre entrelazadas en una mezcla de cariño, admiración, pugna y necesidad mutua...

Además de los amigos, en el auto también va Vince, el hijo de Jack, y nos acerca a ese campo siempre complicado de las relaciones padre-hijo. ¿Para quienes es fácil? Los que hemos perdido a nuestro padre, ¿no queremos tener un momento nuevamente con ellos para poder decir tantas cosas?
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"Historias Mínimas" de Carlos Sorin (2002)

La Patagonia argentina, con su amplitud, nos pone ante la dimensión de nuestra humanidad… En esos paisajes de dimensión “geológica”, como los llama el director, Carlos Sorín, se cuentan tres historias insignificantes, cotidianas, con actores no profesionales casi todos que juegan sus propios papeles (el viejo en busca de su perro, el viajante enamorado de una de sus clientas, la chica pueblerina y tímida que va al concurso de la TV local). Historias mínimas pero que nos revelan de lo que estamos hechos todos nosotros, aquí (cualquier aquí), la Patagonia o la China: esas pequeñas luchas de cada día por encontrar sentido a lo que vivimos, a lo que nos pasa, deseando no quedarnos solos, abandonados. Como en la película, cada día nos embarcamos en un pequeño o largo viaje que nos asusta o nos emociona. No podemos quedarnos plantados en lo mismo de siempre… sería la muerte
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